Elena Figarola, fundadora y profesora

Llevo 30 años practicando yoga. Al principio empecé a hacerlo como hobby, pero cada vez fue tomando más relevancia en mi vida. 

La primera persona que me introdujo en el yoga fue mi abuela Carmen. De pequeña, iba a comer a su casa todas las semanas y ella me enseñaba ejercicios de meditación y de pranayama. También me hablaba de su maestro, Aurobindu. Era una mujer excéntrica, inteligente y elegante y a mí me fascinaban las cosas que me contaba.

A los 18 años fui a mi primera clase de yoga con ella. Pero no fue hasta más adelante, a los 24 años, cuando empecé a practicar hatha yoga con asiduidad.

Elena Figarola - Fundadora y Profesora de Ashtanga Yoga Shala Barcelona
Viaje a la India

Viaje a la India

En una época de crisis con mi trabajo me fui a la India durante 4 meses y allí conocí a Sri K. Pattabhi Jois, quien me inició en el Ashtanga Yoga en 1999.

La experiencia que tuve en la antigua escuela de Lakshmipuram fue tan intensa y reveladora que a partir de entonces sentí la necesidad de viajar varias veces a la India para profundizar en mi práctica y estar más cerca de mi maestro. 

En 2003, guruji me entregó mi primer diploma de Ashtanga Nivel I y, en el 2005, su nieto Sharath Rangaswami me entregó el de Ashtanga Nivel II por la Escuela Internacional KPJAYI (Pattabhi Jois Ashtanga Yoga Institute), llamada hoy en día Sharath Yoga Center (SYC).

Historia de la antigua shala del Born

En enero 2004, fundé la primera escuela de Ashtanga Yoga en Barcelona con la idea de que enseñar me ayudaría con mi práctica en solitario. En aquel momento no había otros profesores de Ashtanga en la ciudad.

Los comienzos de la escuela no fueron fáciles. Aunque tenía muy pocos alumnos, no dudé en que quería mantener la pureza de la práctica sin mezclar distintos tipos de yoga en el centro. Poco a poco, no solo fue creciendo la escuela, sino también el yoga en Barcelona y el equipo de profesores. Mi marido, Jordi Sardà, artista pintor, se consolidó como un profesor con mucho carisma.

Desde entonces, el yoga se ha ido extendiendo en Barcelona, hemos consolidado una bonita comunidad de yoguis, y, además, muchos de mis antiguos alumnos se han convertido en profesores.

Hoy en día el Ashtanga Yoga es popular y hay centros repartidos en casi todos los barrios. Un logro que me llena de felicidad y me confirma que mi objetivo se ha cumplido.

Escuela Ashtanga Yoga Shala Barcelona
Elena y Jordi

Tiempos de readaptación y crecimiento

Siempre pensé que la shala en el local del Born duraría mucho tiempo, 25 años como mínimo.

La triste desaparición de Jordi, mi marido y fiel compañero de enseñanza, tras una larga enfermedad a finales del 2019 y las dificultades que ha supuesto y todavía supone la crisis del COVID-19 han hecho inevitable que la escuela  deba readaptarse.

Estos últimos años llenos de obstáculos personales y profesionales me han dado la oportunidad de reflexionar en profundidad sobre cómo quiero vivir y enseñar durante los próximos años. 

Como una vuelta a los orígenes, he abierto un nuevo espacio en mi casa para seguir enseñando a un grupo de alumnos comprometidos.

Mi deseo actual es enseñar en Barcelona pero también en el campo organizando retiros de yoga y meditación en un entorno relajante. Salir del bullicio del medio urbano y conectar con la simplicidad de la vida en la naturaleza. Este proyecto me ilusiona mucho.

Una filosofía de enseñanza

Mi filosofía sigue siendo la de mantener la enseñanza de Ashtanga Yoga en su forma más pura, entendiendo que cada persona es única en su condición física y psíquica, que saber enseñar es adaptarse a cada individuo. Por lo tanto, cuando enseño, uso mi intuición para descubrir las necesidades de cada alumno.

Mi enfoque consiste en observar la forma de respirar de una persona para ver dónde residen los bloqueos y las tensiones, tanto a nivel físico como en la personalidad. Procuro instruir sobre la forma de respirar con el fin de que el practicante, a un nivel sutil, entienda que las asanas no son una performance física, sino una herramienta para entender no solo cómo circula la energía, sino también que el cuerpo es un mero vehículo. 

La práctica de yoga realizada con suavidad y sin forzar el cuerpo permite iniciar el camino del autoconocimiento y hacer que la práctica sea más una meditación donde la parte física, mental y emocional se unen para sentir más apertura interior. El yoga nos conduce a la libertad interior.

Elena Figarola corregiendo asana de Ashtanga Yoga